domingo, 28 de noviembre de 2010

A nadie le amarga un dulce: ¡cacao maravillao!

Los antiguos Olmecas, Aztecas e Incas ya lo sabían, ¡el cacao revigoriza y alimenta el cuerpo! Sus guerreros recibían raciones de chocolate con el fin de revigorizar sus cuerpos pero también sus espíritus. Los emperadores abusaban de eso con el fin de colmar a sus amantes. Para estas civilizaciones y las que descubrieron el cacao después de ellas, el chocolate era el alimento de los dioses pero también el de los amores. Afrodisíaco, poderoso al permitir respetar el ayuno de los Católicos del XVII, el ingrediente que suaviza los remedios de los boticarios, el cacao es utilizado de maneras muy diferentes desde su llegada a Europa. De las Cortesanas al Papa, nadie podía escapar al entusiasmo que suscita este alimento. Todos ellos tenían razón, de una manera u otra, el cacao y el chocolate son buenos para nuestra salud. Alimento completo a los sabores dulces, es el aliado de nuestro cuerpo, como todo, en cantidad razonable.

El chocolate nos revigoriza físicamente gracias a sus glúcidos pero también mentalmente porque contiene un cierto número de sustancias farmaco-dinámicas. La teobromina estimula el sistema nervioso central, ayuda al esfuerzo físico y refuerza el ejercicio cardíaco. Alimento de los deportistas, su cafeína favorece la actividad intelectual así como la resistencia a la fatiga. Saboreando chocolate, corregimos la pérdida de serotonina que emana de la depresión y esto le da un efecto antidepresivo.

Nuestro producto estrella, el de nuestras palmeras, garrotes, madalenas y pastas, no sólo es agradable al paladar sino que además beneficia a cuerpo y mente. De manera que ahora sí, ¡DISFRUTEN! Buen provecho. 
 

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